miércoles, 26 de enero de 2011
Mi Feliz Año Nuevo
Este día, queridos lunatics, inicio mi año nuevo. Un poco atrasado lo sé, pero aveces acontecimientos fuera de nuestro control se avecinan más tarde, como nubes anunciando una tormenta o el hueco que abre un rayo de luz anunciando el día.
Definitivamente todo es de acuerdo al cristal como miremos las cosas, eso lo aprendí, no diré con sangre ni lágrimas, pero sí con fuertes experiencias en el año que pasó.
Aprendí, y con esto quiero decir que lo viví y comprendí, que en verdad cada cabeza es un mundo y que nadie tenemos la verdad verdadera. Solo aquella a la que queremos acercar aquello que deseamos.
Aprendí que, aunque me siento un ser afortunado en el amor (sea cual fuese su definición), soy ser que ama su soledad, que la soledad ha sido mi mejor compañera en casi toda la vida. Consejera, remanso de paz, torre de control, oasis..y también río caudaloso donde doy rienda suelta a todo lo que quiero crear.
Aprendí que el amor es tan relativo como la ciencia y la mística. Aprendí que es elusivo, que es algo que no puede llamarse fin sino medio. Pero aprendí también que hay algunos privilegiados seres, muy muy pocos, que lo están viviendo a plenitud, que no se engañan, que no se mienten, y a ellos los saludo.
Aprendí que me distraje el año pasado en asuntos de poca importancia, que tal vez engrandecí personas y cosas que no lo ameritaban (no que no lo merecieran, simplemente que no es algo útil).
Aprendí que tengo amigos, muy pocos, pero los que son (muchos de ellos sin haberlos visto en más de veinte años) son valiosísimos, atesorables, en sus partes diferentes a las mías y en las similitudes; y también lo agradezco mucho.
Aprendí que hay que moderar el externar la poca o mucha espiritualidad que uno tenga pues es cosa íntima y no presumible ya que es un constante escalar.
Aprendí que me gusta aprender. Que no conozco rencor ya. Que he dejado de ser el orgulloso que era. Aprendí que me quiero mucho. Que me siento agusto con mi físico mucho mucho más que cuando hace veinte años. Aprendí que no importa nada en la vida, y que también importa todo.
Depende de cómo uno la mira.
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