La belleza que llega en la madrugada

Las semanas no han conocido el fin de semana, filmación tras filmación. Hoy estamos en los tiempos más dispersos. El cliente, que se cree todo y tiene el poder para creer que él puede hacerlo todo, cambia caprichosamente no únicamente estrategias, sino ejecuciones.

Por primera vez en mi vida compruebo lo que es vivir en el caos, y si le hago caso a su Santidad el Dalai, este par ha sido mi mejor maestro: ha puesto al límite mi tolerancia y paciencia. La he librado.

Eso no significa que este sábado me hubiese sentido particularmente frustrado porque la niña, una mujer de altos vuelos, de familia, como dicen, acomodada; pero sobre todo un ser humano excepcional, hermosa y radiante, divertida y que habla tres idiomas; no llegaría a tiempo de Barcelona para acompañarme a una reunión que era sumamente importante para mí: el cumpleaños de un gran amigo.

Esta frustración se mitigó cuando el cliente comenzó con sus divagaciones: y si esto? y si el otro? no, mejor como estaba...noo, es que no hay que buscar estructura, ...no iba ni siquiera a poder ver a esa beldad, por lo menos hubiese tenido que realizar un tremendo esfuerzo de convencimiento para que aguardase por mí sentada en algún sillón de piel del congelado foro.

Ya entrada la madrugada supe que no podría acudir a la cita con mi amigo. Ella me llamó: se retasó su vuelo. Nos veremos mañana domingo.

Mientras, alguien que hacía mil años no veía apareció en el lugar de la filmación ¡a esas horas! Ya era groseramente tarde como para atreverme a hablarle a mi amigo o incluso aterrizar en su residencia. Son una familia muy educada y cuidan al extremo las formas. Tengo que confesar que tenía cierto temor de acudir, no sabía cómo ir vestido, qué llevar...al final, la mujer que hacía años no veía me miró, reímos.

Comenzamos con un "te acuerdas?" ya ahorita a las 6 am terminamos con un "te gustó tanto como aquella vez?"

Creo que al final el cielo no nos deja desamparados.