lunes, 9 de mayo de 2011
La muerte de un concepto, la inmortalidad de un mito
Verdad o triquiñuela; momento preciso para elevar encuestas, oportunidad única para terminar de una vez por todas con un concepto e idea, ya de proporciones míticas, que representaba Osama Bin Laden.
La imagen del ser maligno, el enemigo del mundo libre. Ese alguien que, con un poder casi inconmensurable, tenía la habilidad de enviar los mensajes que quisiera, aparecer y desaparecer cual sombra.
La imagen de un mundo que Occidente percibe como bárbaro y atrasado. Una idea, errónea si se generaliza, de que un turbante significa ser terrorista.
Una idea ignorante y por ello filosamente andando en un sentir igual de violento de que quien deposita su fe en Mahoma y se proclama musulmán es terrorista.
Nada más lejano de la verdad. El Islam nada tiene que ver con sus reductos extremos. Muchos menos el Corán, uno de los libros más hermosos que hayan escrito (se dice que fue el arcángel Gabriel quien se lo dictó a Mahoma). Tan bello como la Biblia.
Asombra que personas que tienen un título profesional, que supone acceden a un nivel superior de instrucción, se enciendan como piras al solo leer o escuchar esos términos.
No hay duda de que Osama Bin Laden fue el responsable intelectual de los atentados en las Torres Gemelas de Nueva York, él mismo lo reconoció y casi se regodeaba en ello.
Pero también las innumerables preguntas que quedaron flotando en el aire continuan: los rumores sobre su sociedad de negocios con la familia Bush y Enron y Halliburton, los más grandes corporativos petroleros; su coautoría en los atentados junto con el propio George W. Bush; su muerte misma.
Negociada o no, la salida de escena del personaje Bin Laden le da un respiro y un empujón a la administración de Barak Obama.
El propio Bin Laden podría echar abajo, ahora no torres de concreto sino de percepción, si apareciera de pronto en otro video. Se ve difícil.
Porque si lo negociaron, Bin Laden podría rasurarse ya y dedicarse a lo que siempre se ha dedicado, a su verdadera religión: a los negocios, a hacer dinero.
Porque si murió antes de una enfermedad renal (se rumora también) muerta está la posibilidad de que reaparezca, obviamente.
Porque si en verdad lo mataron, y con los cuestionamientos de quienes exigían hacerle un juicio en la Haya, fue sin duda algo que se buscó él mismo. Y siendo esa una guerra, y siendo ahora las guerras que no respetan ningún código de honor, punto final sabrían todos que tendría esta situación.
Pese a que su organización podría dar visos de resucitación, la pérdida de un líder de ese calibre, desmoralizaría a sus seguidores.
Además, también circula la versión de que el mismo Bin Laden ya se sentía "agotado" de esa lucha sin un objetivo claro ya. Sus negocios era lo más importante, la guerra santa no tanto.
Otros han asegurado que E.U. al asesinarlo lo elevo a nivel de mártir. La verdad es que para sus seguidores nada ni nadie hubiese cambiado esa idea.
Porque la gente aquí y allá es manipulable a través de la religión (sea dios, sea un balón) y nada de lo que se les pudiera explicar "en términos fríos" podrá hacerles cambiar de opinión.
En un mundo que denominamos real, el de las percepciones es el que rige nuestra vida cotidiana.
A nadie nos gusta la verdad.
Así que los mitos siguen para quien siempre los ha seguido. Los mitos no mueren.
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