miércoles, 15 de septiembre de 2010
O
Sabremos ser dignos, si en la inefable cara de la luna nos reflejamos. zurdos y diestros. dos manos, cada una a su asunto y trabajando entrelazadas
horizonte dentro
mares de negro avecinados en tormentas de pensamientos que se no llegan aún
pretéritos ecos de devociones arrodilladas
una latencia
una carencia
un querer ser el otro
fundirse
fundación
de los últimos primeros gramos de tierra, arena empapada de lágrimas de imposibles,
se desvanece la idea y el ideal
se queda enterrada la herida
la sangre se ve negra a tu luz
indiferente
somos idénticos
somos iguales
somos un espejo
y si nos deshacemos en brillos estelares
no habrá duda
que el cobijo del espacio abismal
entre los que se decían ser
acabará por extinguirse
en la inefable virtud de la nada
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Todo aquello que bajo la Luna, prende nuestra mirada: