Ha vuelto

"¡Ha vuelto!,¡ha vuelto!", exclaman los pobladores arrebatados de su última vela de esperanza. Lo rodean los pobres, lo siguen los que en la sociedad se aglutinan en la parte mediana, oficinistas, otros llamados ejecutivos, como un intento de aminorar la penuria de su real designación. Aquellos que aún anhelan ascender al estrato más codiciado, permanecen expectantes, con miradas de dudas como la vida toda que han vivido. Atemorizados de que les sea revelada la única verdad que importa y que ellos en sus más recónditos pensamientos ya conocen: no supieron vivir, fueron y son esclavos. Y no tienen la menor intensión de liberarse pues por ellos mismos no son capaces de nada.

Fue así que Ël apareció. De entre la muchedumbre. Un hombre de quien se dice nació (o renació) en cuna de clase media y que vivió en carne propia la debacle de la familia como concepto, como idea, como realidad.

De tener lo suficiente se vio despojado de todo y sin posibilidad alguna de recobrar nada. Se lanzó a las calles para rebelarse de una manera particular.

Apareció a la edad de treintaicinco. Dicen que reapareció. Otros que descendió de los cielos para traer la nueva nueva: el mundo será juzgado. Vivos y muertos ya no tendrán oportunidad de otro principio. El fin será unánime.

Pero este hombre no es aquél que pisara con humildes pasos las arenas de Getsemani, ni toda la vieja Palestina. Este no es aquél que fue juzgado sin posibilidad de defensa.
Este no es aquél.

Es hermoso, según pregonan las mujeres, que salen de sus casas arrobadas por la visión que despoja las apariencias de quien se sumerge en su mirada.

Dicen que no ha pronunciado palabra, que es todo acción.

Que es el Verbo que dice sin decir palabra.
Que es el sujeto en acción.

Muchedumbres se arremolinan, bloquean las vías, generan caos vial; otros prefieren ser espectadores desde casa mirando la televisión.

La gente sigue ahí con él, le compone loas y cantos, llora;pero aún espera que algo suceda...que algo le pase y todo se solucione con un tronar de dedos o con los brazos extendidos al cielo. La gente es gente, anhelar la libertad es algo lejano a su realidad, a sus deseos verdaderos. No tiene la mínima intensión de mover un dedo.