Llegó mi tía si más a pedirme que le guardara, de la más atenta, algunos efectos que consideraba valiosos. Otro día, sin más, llegó por ellos. Con una premura que no me atreví a interrumpir. ¿A dónde te diriges tía Lunadia? Sin mirarme, pues se acomodaba los anteojos y daba instrucciones a su gente, me dijo: Me vuelvo a mi planeta. Aquí hace mucho calor.
Está bien, tía. ¿Cuándo volverás?
¿Aquí o a la Luna?
¿Aquí tía, aquí?
No lo sé. Pero me puedes ver todas las noches.
¿Te llevas tu conejo de la suerte?
Me llevo mi conejo de la suerte.
Se fue.
Me dejó un instrumento extraño. Para mí un cachivache inservible. Ahí en mitad de la estancia vacía (pues no tengo muebles en el depto. no quiero) ahí lo dejó.
Un curador de Berlin me visitó el otro día: Herr GAbo, me dijo sorprendido, qué maravilla de pieza tiene aquí!!! Expongámosla en el Museo de Arte Contemporaneo de Berlin.
El artefacto será llevado a Europa. Es considerada una pieza única por la maner en que expresa lo que ya se fue, lo que quedó frío, lo que ya no se recupera.
Yo no dije nada. Espero que la tía no lo reclame.
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